EL REGADÍO FRENTE A LAS ALTAS TEMPERATURAS

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La Comunidad Valenciana, una de las regiones agrícolas más relevantes de España, se enfrenta al efecto de las altas temperaturas en la agricultura de regadío, un año más. En un escenario de cambio climático, las olas de calor más intensas y prolongadas están transformando de manera profunda el modelo agrícola tradicional, impactando tanto en los cultivos como en los recursos hídricos disponibles.

En los últimos años, las provincias de Valencia, Alicante y Castellón han visto un aumento constante en las temperaturas medias y una mayor frecuencia de eventos extremos, como las olas de calor. Estos fenómenos elevan la evapotranspiración de los cultivos y  disminuyen la disponibilidad de agua en embalses, acuíferos y ríos, que son esenciales para el riego.

De acuerdo con datos de la Agencia Estatal de Meteorología (AEMET), el sureste peninsular se encuentra entre las áreas más vulnerables al calentamiento global. Esto implica que los regantes valencianos, alicantinos y castellonenses deben lidiar con veranos más calurosos e inviernos más suaves, lo que altera los ciclos productivos y agronómicos.

El aumento de las temperaturas tiene efectos significativos en los cultivos típicos de regadío valenciano, como los cítricos, las hortalizas, el arroz y los frutales: el exceso de calor puede causar la caída prematura del fruto o problemas de maduración irregular en los cítricos; los periodos de altas temperaturas durante la floración reducen el rendimiento del grano de arroz; y las frutas de hueso sufren alteraciones en la floración y en la calidad del fruto, especialmente en variedades que requieren un cierto número de horas de frío. Además, se incrementa el riesgo de plagas y enfermedades, favorecidas por condiciones más cálidas y secas, lo que obliga a una mayor atención y manejo por parte de los agricultores.

Presión sobre los recursos hídricos

La disminución de las precipitaciones y el estrés hídrico derivado de las altas temperaturas complican la gestión del agua en zonas como la Vega Baja del Segura, la Ribera Alta y Baja, l’Horta de València o el Camp de Morvedre. Los sistemas de regadío tradicionales, como las acequias o el riego a manta, se encuentran en proceso de transformación hacia técnicas más eficientes, como el riego por goteo o el uso de sensores de humedad. Sin embargo, la modernización requiere inversión y apoyo institucional, lo que no siempre está al alcance de todos los regantes.

Frente a este panorama, las soluciones pasan por una adaptación estratégica de los cultivos, una gestión más racional del agua y una apuesta por la innovación agrícola. Algunas líneas de acción destacadas incluyen la introducción de variedades más resistentes al calor y con menor demanda hídrica; la promoción del uso de tecnologías inteligentes para el riego y la monitorización climática y el fomento de prácticas agrícolas regenerativas que mejoren la retención de agua y la resiliencia del suelo. Además, la coordinación entre administraciones, comunidades de regantes, universidades y agricultores es esencial para diseñar políticas eficaces que aseguren la sostenibilidad del modelo agrícola valenciano.

Por todo ello, la agricultura de regadío en la Comunidad Valenciana se vuelve a enfrentar a uno de los mayores retos de su historia reciente. Las altas temperaturas, síntoma evidente del cambio climático, están poniendo en jaque la productividad de un sector clave para la economía y la identidad de la región. Solo con medidas integradas, tecnología y compromiso colectivo será posible mantener el equilibrio entre producción y sostenibilidad en un futuro cada vez más extremo climáticamente.